HISTORIA DEL TORERO

MARIANO RAMOS NARVÁEZ

Publicado el 18 de octubre de 2023
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Matador de toros, nacido en la capital mexicana el 26 de octubre de 1953, que toreó su primera novillada formal en la plaza La Florecita, de México, el 21 de febrero de 1969. Sus éxitos en las campañas en su nació le llevan a tomar la alternativa el 20 de noviembre de 1971 en Irapuato (México), apadrinada por Manolo Martínez con Francisco Rivera, Paquirri, como testigo de la cesión de un toro de la divisa de Santacilia. Su primera actuación en la Plaza México. Aún de novillero, el 18 de julio, con el novillo Pollito de la señora Viuda de Fernández, en cartel que completaban Arturo Magaña y Mauricio Lavar, que también ese día debutaba en el cosos de la calle de los Insurgentes. El nombre del toro de su doctorado, Campanero. No tarda en confirmar su doctorado en la capital de su país, pues el 5 de diciembre el mismo Manolo Martínez, en presencia de Antonio Lomelín, le cede la muerte de una res del hierro de Tequisquiapán, sin que el toricantano encontrara demasiadas ocasiones de lucimiento en tan importante coyuntura. Continúa por aquellas latitudes su quehacer torero y llega a España en el verano de 1973, donde amén de presenciar las ferias taurinas de San Sebastián y Bilbao se entrena en diversas ganaderías para ir amoldándose a las características del toro español. Nuevamente nos visita en 1974, ahora para torear a partir del 17 de marzo en que lo hizo en Castellón, con ganado de Manuel Arranz junto a Ruiz Miguel, Dámaso González y José María Dols, Manzanares, agradando su labor premiada con una oreja de su primer enemigo. Al día siguiente torea, con los citados Ruiz Miguel y Manzanares en una de las corridas falleras valencianas, astados de Martínez Benavides y sale a hombros de la plaza tras cortar las dos orejas de su primer oponente. Su confirmación de alternativa en el coso madrileño de Las Ventas tiene lugar el 18 de mayo actuando Curro Romero y Paquirri como padrino y testigo, respectivamente, de la ceremonia. Se corrió un encierro de Baltasar Ibán y el toro que abrió el festejo atendía por Fusilillo, chorreado, número 37, con 567 kilos de peso en vivo. Gustan sus maneras en tal ocasión, siendo ovacionado tras la muerte de los dos cornúpetas que le correspondieron. Le repiten el inmediato día 25 para alternar con Manzanares y Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, en la lidia de flojos toros de Manuel Arranz que no dieron ocasión de lucimiento al ser fuertemente protestados por el público. Intervino en veintisiete corridas en aquella temporada española, en que mostró valor y conocimiento junto a un amplio repertorio. No ha vuelto a intervenir en corridas celebradas en España, pero sí en la organizadas en su país. En junio de 1976 sufrió la fractura del brazo izquierdo en un accidente de automóvil cuando regresaba a la capital de México tras torear en un festival celebrado en Morelia.

Como noticia de muy última hora cabe reseñado el triunfo que alcanza el 25 de diciembre de 1978 en el ruedo mexicano de Querétaro al serle adjudicado el trofeo Tío Carlos, tras cortar una oreja a cada uno de los toros de Tequisquiapán de su lote, en competencia con Manolo Martínez y Curro Rivera. Continúa en activo este diestro y ocupando un puesto destacado entre los de su país. El 2 de enero de 1982, en el coso colombiano de Cafi, le concederían las dos orejas de una res de la ganadería de Javier Garfias, ante sus colegas Sebastián Palomo, Linares, y Enrique Calvo, El Cali, y del rejoneador Joao Moura. En la plaza Monumental México, de la capital de su nación, dibuja una primorosa faena el siguiente 21 de marzo a un astado de la divisa de Piedras Negras, la que, incomprensiblemente, tan solo fue premiada por la Presidencia de la corrida con un apéndice, con el lógico disgusto del público asistente. Le entregan las dos orejas y el rabo de un ejemplar de la vacada de Guillermo Delgado, cuando competía con Arturo Magaña, el 11 de diciembre de ese mismo año, en la localidad de Calvillo. Alterna el 16 de enero de 1983, en el ruedo de la Moraleda, con Curro Rivera y Miguel Espinosa, Armillita Chico, en la lidia de un bravo encierro de la divisa de Campo Alegre, y la cosecha de trofeos se concreta en los máximos de su primer enemigo, simbólicamente al ser indultado, y las dos orejas del restante de su lote. Un total de tres orejas y un rabo se lleva el 6 de mayo de 1984 de Villahermosa, de ganado del hierro de Matancillas, lo que logró en presencia de José Manuel Inchausti, Tinín, y José Gutiérrez. Otro triunfo notable lo alcanza el 27 de octubre de 1985 en aquella Guadalajara, al ganar en buena lid cuatro orejas de ejemplares de la vacada de Carranco ante el citado Jorge Gutiérrez y Juan Antonio Ruiz, Espartaco. Pese a su veteranía, el nombre de este diestro azteca en cualquier cartel es acogido favorablemente por la afición mexicana como símbolo de pundonor, voluntad y resultados positivos. Como demostración del puesto que ha logrado en su patria hasta indicar que durante la campaña de 1986 ha toreado sesenta corridas, ocupando el tercer lugar en la correspondiente estadística. En las dos siguientes, las de 1987 y 1988, sumó, respectivamente, sesenta y una sesenta corridas de toros en su nación, ocupando el segundo y primer puesto del escalafón de los de su categoría. Parecida posición, segundo de la clasificación, tiene en 1989,

Con cuarenta y nueve corridas, año que solamente César Pastor le supera en número de contratos. Su primer paseíllo lo realizo en Aguascalientes, el 1 de enero, con Manuel Capetillo y Luis Fernando Sánchez, cortando una oreja a un ejemplar de don Mariano Ramírez, el que se corrió en primer lugar. Otras dos corridas sumará el 22 y 30 de abril en este coso, pero con menos fortuna. Es una temporada en la que no se muestra tan regular, destacando en el primer semestre actuaciones en cosos de menos importancia, como los de Autlán, Río Grande y San José de Gracia, Tónica que se mantiene en el segundo, aunque ya aparecen sus participaciones en San Luis, donde torea tres tardes consecutivas, el 19, 20 y 24 de agosto, cortando dos orejas el primero de los días. Alternaba con Guillermo Capetillo y César Pastor, con toros de don Claudio Huerta. También torea en Tijuana, Zacatecas, otra tarde más en San Luis Potosí y el 19 de noviembre en la México, donde consigue su mayor triunfo. Ese día son sus compañeros Jorge Gutiérrez y Enrique Garza, al que doctora. Los toros  pertenecen a la divisa de San Martín y al primero de su lote lo envía al desolladero sin las orejas. En la corrida de la inauguración de la temporada formal de 1989-1990, que se celebra con tiempo espléndido y una gran entrada, completando el cartel el rejoneador Ramón Serrano. Dice AAB, en El Redondel de la actuación de Mariano: <<¡Cómo toreó! Indudablemente que, de lo que le hemos visto, la mejor tarde de su vida torera. Serio, seguro, reposado, toreando despacio, muy lento con la mano muy baja, tomando aquí y despidiendo allá, pletórico de aguante>>. Mucho torea también en 1990, hasta el punto de volver a ocupar el segundo puesto, con cincuenta y cuatro corridas. Vuelve, sin éxito, a la Plaza México, el 7 de enero y el 11 de febrero, pero no consigue el éxito de su anterior actuación. Torea en Texcoco, donde acapara trofeos; Aguascalientes, tres tardes y una oreja; en Tijuana, ya en el mes de julio, y en Monterrey, donde corta un rabo el 15 de ese mes, hecho que se repite el 2 de septiembre. Antes ha cumplido dos contratos en San Luis Potosí, cortando dos orejas el 26 de agosto en un cartel que completaban Curro Rivera y Jorge Gutiérrez, con toros de Barbachano. Su paso por Morelia, Guadalajara y varias tardes en Mexicali dan paso a su actuación en la plaza de la calle Insurgentes el 18 de noviembre, tarde que corta una oreja a un toro de San Martín. Vuelve a la México el 16 de diciembre y pone fin al año en Tlaltenango, el siguiente día 30. En 1991 desplaza a todos sus compañeros y con sesenta y seis corridas de toros ocupa la cabeza del escalafón taurino mexicano de los de su clase. En la México torea de nuevo el 6 de enero y el 27 del mismo mes, alcanzando otro gran éxito al cortar las orejas a Miracielos, del hierro de La Gloria, en compañía de David Silveti y Jorge Gutiérrez, en tarde para la historia de la plaza, en la que además regaló un sobrero. Cárdeno Miracielos fue igual de malo que sus otros seis hermanos, no aceptando la pelea en el platillo, por lo que Mariano dejó que buscase su querencia en tablas. Allí tuvo que aguantar hachazos, parones, achuchones, pero bajó la muleta, y pudo extraer unos dramáticos pases que quedaron para el recuerdo. Fue, dicen, inolvidables y acreedora la faena del premio que le valió acompañar a Jorge en su salida en hombros. Tres tardes más, el 10 y 12 de febrero y el 10 de marzo, toreó en la capital de su nación. Pero sin repetir el triunfo, en esta primera parte del año. Le anotan con posterioridad paseíllos por las plazas de los estados mexicanos, destacando entres ellas las de Texcoco, Aguascalientes, Tijuana, Puebla, Monterrey, San Luis Potosí y Guadalajara, volviendo a la plaza México en tres ocasiones más, con diversa fortuna. Una oreja cortó el 27 de octubre, dos el 10 de noviembre y ninguna el 1 de diciembre. La tarde de las dos orejas alternó con Miguel Espinosa, Armillita, y el español Joselito, a quien confirmó la alternativa, dice Alfredo Flórez, dio clases de toreo y de cómo matar a un tiempo. En 1992 descendió el número de ajustes, que a la hora del balance anual arrojó la cifra de cuarenta y seis, detrás de Armillita Chico y El Glison. Acostumbrado a corridas duras, ha comenzado a demostrar que también es un torero artista, entusiasmado a los públicos de su nación. Torea en la plaza de referencia obligada de todos los toreros que hacen campaña en México, sin fortuna, el 19 de enero y el 23 de febrero en esta primera parte del año. No se deja ver a lo largo del año en cosos de relevancia, si se exceptúan los de San Luis Potosí y Guadalajara, y el 29 de noviembre vuelve a la México, con José María Manzanares, en un forzado mano a mano, y toros de don José Julián Llaguno, cortando una oreja en su primero y las dos del tercero de su lote. Estaba prevista la actuación de Jorge Gutiérrez, que llegó hasta la puerta de cuadrillas preparado, pero el doctor don Javier Campos Licastro dictaminó que padecía una intoxicación, por lo que hubo de ser ingresado en el Sanatorio Español. Si buena fue la faena a Marqués, mejor aún la de Campero, al que justamente se arrastró sin las orejas, al que ha toreado de capote, le ha hecho una gran faena y ha matado de una estocada. Repitió el 6 de diciembre y de nuevo el 20 de ese mes, rememorando éxitos anteriores al cortar dos orejas a Romancero, de la divisa de Huichapán en un cartel que completaron Jorge Gutiérrez y Fernando Lozano. Disminuyen mucho los contratos en 1993, hasta el punto de no sumar nada más que veintisiete corridas, tres de ellas en la Monumental Plaza México, en la que disputó el trofeo Oreja de Oro, el 28 de febrero, premio que quedó desierto. Volvió en 1994 a las cotas de actuaciones de años anteriores, o parecidas, sumando cuarenta corridas de toros,, ocupando un sexto puesto, igualado con Eulalio López, El Zotoluco. Sus varios paseíllos en la Plaza México se saldan con la oreja que cortó el 18 de diciembre a un toro de San Marcos, la tarde que confirmó el doctorado a Leonardo Benítez, en presencia de Mauricio Portillo. En 1995 ha descendido aún más el número de actuaciones, que se cifran en Veintiuna, y en las que se acusa la ausencia de participaciones en plazas importantes. Hay que exceptuar las de León, San Luis Potosí, La Monumental de Aguascalientes y Monterrey y, desde luego, los tres paseíllos en la México, en los que no ha tocado pelo. Considerado como uno de los toreros más poderosos que ha dado México en el último cuarto de siglo, ha sabido mantenerse durante veinticinco temporadas, sin que de momento haya anunciado su retirada. Es un profundo conocedor de los toros, circunstancia que aprovecha para sacar faena, hacerles fiesta dicen en su país, a casi todos los toros.

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