
Matador de novillos y banderillero. Nacido en Granada el 28 de febrero de 1927, su primera actuación en los ruedos, más concretamente en el de su ciudad natal, tuvo lugar como espada en una corrida de noveles celebrada el 28 de junio de 1942. Figuraba en la cuadrilla de Rafael Mariscal como subalterno, habiendo actuado como espada en novillada con picadores el día 1 de junio de 1955 en Antequera (Málaga). El 29 de junio del año siguiente se presentó en la plaza de Vistalegre (Carabanchel), para despachar reses de don Manuel Álvarez Gómez con Rafael Martín, El Zorro, y Aurelio Saa, El Caleño. Su trabajo careció de relieve, por lo que debió reintegrarse a las banderillas, toda vez que no vuelve a oírse su nombre como espada. Fue la presente su segunda intentona, pues hacia el año 1950 hizo la primera, actuando en modestas novilladas. Al retornar a los cosos tras su retirada de 1971, actuó a las órdenes de los espadas Antonio José Galán, Juan Antonio Ruiz, Espartaco, y Sebastián Palomo, Linares, y fue este quien le cortaría simbólicamente la coleta en la plaza de Zaragoza el 14 de octubre de 1981, en medio de una prolongada ovación, con la que el público premiaba una larga y sobresaliente actividad torera. Y nuevamente volvió Bojilla a su ya conocida actividad como apoderado de espadas. Entre las cuadrillas en que formó recuerdo las de Rafael Mariscal, Rafael Ortega, Dámaso Gómez, Curro Girón y Sebastián Palomo, Linares. Volvió a realizar el paseíllo, esta vez en el coso madrileño de Las Ventas, el 29 de octubre de 1995, tarde en la que se celebró un festival en su homenaje. Desfiló junto a los espadas Antonio Chenel, Antoñete, Rafael de Paula, Palomo Linares, Curro Vázquez, José María Manzanares y Ortega Cano, precediendo a sus respectivas cuadrillas. De esta manera se retira el afecto que los aficionados y sus compañeros le tienes. Su larga experiencia le permitía ver la corrida desde un punto de vista en el que el toro se convierte en el eje de sus acertados comentarios. Respetuosos, pero exigente con los que están delante de él sus opiniones –y en numerosas tardes pudo comprobarlo– solían estar salpicadas del gracejo característico de quienes nacieron en el sur de España. Aunque como apoderado no tuvo demasiada suerte, siempre estuvo reconocido entre los aficionados y nadie dudaba de su magisterio, como se comprobó en los últimos años de su vida, cuando participó con éxito en el programa taurino de Radio Nacional. Conocía el oficio perfectamente, ya que pocos toros le engancharon los capotes. Por eso estuvo siempre entre los más cotizados toreros de plata. Falleció en Madrid el 27 de febrero de 2001.

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