
Matador de toros que había nacido en Salamanca, el 17 de noviembre de 1959. Alumno de la Escuela Taurina La Capea, de Salamanca, comienza su actividad toreando un buen número de festejos de carácter económico por pueblos de las dos Castillas e, incluso, navarros, en los que alcanzó cierta popularidad. Durante las dos campañas siguientes continúa en la misma órbita, hasta que toma parte en su primera función con picadores, la que tiene lugar el 6 de agosto de 1978 en Cubo del Vino, en la que cortaría cuatro orejas y un rabo en presencia de sus compañeros de cartel, el espada Juan Antonio Esplá y la rejoneadora Carmen Dorado. Dos apéndices se llevaría el 26 del mismo mes en Zamora, ante el citado Esplá y Ángel González, y otros dos el 3 de junio de 1979 en Miranda de Ebro, cuando alternaba con Purita Linares y Pedro Manuel Montilla en la lidia de un encierro de la ganadería de Alberto del Hierro. En la plaza de La Glorieta, de su Salamanca natal, hace el paseíllo el 5 de julio de 1980 junto a José Cubero, Yiyo, y le otorgan una oreja, labor que mejora el posterior 31 de agosto en Sacedón, donde se enfrenta, en unión de Alberto Mendoza y José López Hurtado, a ganado de la vacada de Flores Albarrán y logra el importante botín de tres orejas y un rabo. Causa buena impresión al aficionado madrileño cuando se presenta en el coliseo de Las Ventas el 3 de mayo de 1981, con astados de la divisa de Barcial, siendo sus compañeros de terna Rafael Sandoval y Juan Palacios. Pese a fracturarse el dedo índice de la mano derecha el 22 de agosto de 1982 en Gerona, le concedieron tres orejas y un rabo de reses del hierro de Pérez de la Concha, lo que pudieron testificar el diestro Rodolfo Arranz y el caballista Carlos Arruda. Entre los triunfos más redondos que consigue durante la temporada de 1983 merecen ser destacados los del 12 de junio en San Lorenzo de El Escorial, donde le entregan las dos orejas de su segundo enemigo, de la vacada del conde de Ruiseñada, delante de José Aguilar, Aguilar Granada, y de los caballeros en plaza Luis Miguel Arranz y Diego García de la Peña; del 15 de agosto en Guijuelo, con tres apéndices auditivos de bureles de Justo Nieto cuando competía con Tomás Pallín y Ricardo Sánchez Marcos, y el 8 de septiembre en Arganda, donde la cosecha ascendió a las cuatro orejas de los ejemplares de la divisa de Molero Hermanos que formaron su lote. El 24 de junio de 1984 toma la alternativa en León al cederle Dámaso González, ante Julio Robles, la muerte de un toro del hierro de María Lourdes Martín, y tanto en esta res como en la de Alipio Pérez-Tabernero corrida en último lugar, tendría que dar una vuelta al anillo ante el general aplauso. El 18 de agosto en Guijuelo y el 21 de septiembre en Salamanca cortaría trofeos, en el primer caso de pupilos de Francisco Calache, ante Ángel Teruel y Manuel Ruiz, Arruza, y en el segundo de astados de Molero Hermanos y Arruza, Víctor Mendes, Álvaro Domecq y João Moura, que dieron fe del hecho. Únicamente toreó esas tres corridas de toros en tal año y otras tres sumó en 1985, incluida su confirmación de alternativa en Madrid, el 28 de abril, en la que Pedro Benjumea y Fermín Vioque actuaron de padrino y testigo, respectivamente, en el protocolo. Se lidió un saldo ganadero formado por tres reses de la divisa de Aurora Lamamié de Clairac, una de Leopoldo Lamamié de Clairac, otra de Martínez Benavides y una sexta de El Sierro y el confirmado mejoró con este la labor llevada a cabo en el que abrió plaza. Su gran afición le lleva a vestirse de luces en cualquier oportunidad y así, ya en 1986, lo haría en dos ocasiones para salir en Madrid como sobresaliente de espada. Ello debió influir para que la empresa capitalina le ofreciera un contrato para volver a pisar el albero de Las Ventas el 24 de agosto. Pero el destino tenía marcado que nunca pudiera cumplimentarse tal ajuste. A primeras horas de la madrugada del anterior día 10, al regresar de un festival, sufrió un gravísimo accidente de carretera en las cercanías de la capital charra, en la que perdió la vida en forma instantánea. Sus paisanos le ofrecieron en acto del sepelio un emocionante homenaje en el que pasearon su féretro a hombros, con salida por la puerta grande del coso salmantino. Mejor suerte mereció este modesto y pundonoroso espada, cuya enorme afición estaba fuera de cualquier duda. Sus restos mortales recibieron sepultura el 14 de agosto siguiente al del óbito.
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