HISTORIA DEL TORERO

JOSÉ CUBERO SÁNCHEZ (Yiyo)

Publicado el 11 de agosto de 2022
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Matador de toros nacido en Burdeos (Francia) el 16 de abril de 1964. Hijo de emigrantes españoles, siempre se le consideró madrileño del barrio de Canillejas, donde residiera desde el retorno a España de sus mayores. Miembros de dinastía taurina –su padre fue banderillero y sus hermanos Juan y Miguel novilleros–, no tarda se seguir la tradición familiar y a la tempranísima edad de once años dio muerte a un becerro en la localidad valenciana de Tabernes. Alumno de la Escuela Nacional de Tauromaquia, de Madrid, figura en su primera promoción, y junto a sus condiscípulos Julián Maestro y Lucio Sandín forma una cuadrilla a la que llaman Los Príncipes del Toreo. Actúa en buen número de festejos económicos durante la temporada de 1979, entre ellos el del 28 de septiembre en Algemesí, de donde se lleva un total de tres orejas y un rabo de novillos de la ganadería de La Laguna en presencia de Maestro. Al comienzo de la campaña de 1980, el 2 de marzo, torea su primera función con plazas montadas en La Tercera, de San Sebastián de los Reyes, en los aledaños de Madrid, y le conceden unas orejas de su primer enemigo, de la divisa de María Lourdes Martín, ante Carlos Aragón Cancela y Antonio Amores. El 10 de mayo corta las dos orejas del astado que cerró plaza, de la vacada de Domingo Ortega, en Soria, de lo que pudieron dar fe Carlos Pita y Sandín. Al día siguiente lleva a cabo su presentación en el madrileño coso de Las Ventas, donde, sin triunfar, deja buena impresión al alternar con Aragón Cancela y Sandín en la lidia de tres ejemplares del hierro de Francisco Ortega y otros tres del de García Romero. Por cogida de Nicasio Pérez, Cesterito, y ante Fernando Estévez, El Silva, ha de estoquear tres bureles de la divisa de Matías Bernardo y lo realiza con tal acierto que el público de Plasencia le premiaría con seis apéndices auditivos. También le conceden las dos orejas de cada uno de sus oponentes, de la ganadería de Galache, el 4 de agosto, en Hagetmau (Francia), con José Luis Vázquez y Vicente Ruiz, El Soro, de compañeros de cartel. Vuelve este año a la feria de Algemesí para llevarse tres orejas y un rabo de cornúpetas del hierro de Joaquín Buendía el 24 de septiembre, y al día siguiente dos apéndices en la misma plaza y reses de igual procedencia. Le acompañó la primera tarde en la arena Curro Caro, y en la segunda, Pedro Castillo.

Termina la temporada con 56 novilladas en su haber, lo que le coloca en el primer puesto de su escalafón. Se presenta en Portugal el 10 de junio de 1981, concretamente en el coso de Santarém, para alternar con Antonio de Portugal en la lidia de ganado de Brito Paes, y poco más tarde, el 30 del mismo mes, recibe la alternativa en Burgos de manos de Ángel Teruel, quien, en presencia del testigo José María, Manzanares, le cede la muerte del toro Comadrejo, entrepelado número 3, de la divisa de Joaquín Buendía, con el que se lució el toricantano y tuvo que recorrer el ruedo entre ovaciones. El 5 de octubre en Vila Franca de Xira (Portugal) participa en una corrida con picadores, suceso poco frecuente en el país hermano, en el que con astados de Cunhal Patricio también intervinieron José Ortega Cano y Víctor Mendes. No ha sido este año de 1981 tan abundante en triunfos como el anterior, pero tomó parte en buen número de festejos: 24 novilladas y 27 corridas de toros. Marcha a Hispanoamérica para torear en ruedos de Perú y México, y confirma su alternativa en la gran cazuela de la plaza México, de la capital azteca, el 8 de febrero de 1982, con Manuel Martínez y Jorge Gutiérrez de padrino y testigo, respectivamente, de la ceremonia. Se corrió un encierro de la divisa de Begoña y el nuevo doctor dio una vuelta al anillo en el toro que cerró el festejo. La confirmación en Madrid lleva fecha del 27 de mayo, en pleno serial isidril, con pupilos de Félix Cameno y apadrinado por Manzanares con Emilio Muñoz de testigo del protocolo, sin que el sonado éxito llegara al novel matador, que hubo de conformarse con una labor aceptable tan solo. Bohemio se llamaba el toro que abrió plaza. Por el contrario, el 11 de julio en Marbella corta tres orejas de astados de Carmen Ordóñez, en presencia de su compañero Víctor Manuel Martín y del rejoneador João Moura, y el inmediato día 31, en Valdepeñas, las cuatro con el aditamento de un rabo de reses del marqués de Villagodio, ante Julio Robles y Francisco alcalde. Poco más tarde es herido en un festival benéfico celebrado en Cervera del Río Alhama por un eral de la vacada de José Luis Pascual, que le rasga el escroto, con salida de un testículo, lo que precisó una intervención quirúrgica en la que le aplicaron diez puntos de sutura. Nuevamente es cogido el 9 de septiembre en Puerto Banús, el día que concedió la alternativa a José Franco Cadena y en la que, también con Lorenzo del Olmo, se enfrentó a un ejemplar de Urquijo de Federico y a otro de Antonio Ordóñez. Cortó un apéndice de cada uno de los toros que Formaron su lote, no sin que su segundo le propinara un puntazo en el muslo izquierdo y una herida contusa en la cabeza. Cumplimentó el año de 1982 un total de 36 contratos y vuelve a cruzar el charco para torear en Ecuador y Colombia y sobresale su labor el 7 de enero de 1983 en Manizales, en la segunda nación citada, donde ante José Cáceres y Miguel Espinosa, Armillita Chico, corta una oreja a un burel de Dosgutiérrez. Poco propicia se presenta esta nueva campaña al faltar a las principales y madrugadoras ferias de Castellón, Valencia y Sevilla. Tampoco figura su nombre, y esto es aún más grave, en los carteles de la larga isidrada de su Madrid de adopción, pero la circunstancia de que Roberto Domínguez sufriera un accidente de motocicleta le hace participar, el 22 de mayo, en su lugar. No desaprovecha la oportunidad y se lleva una oreja de un toro de la ganadería de Antonio Ordóñez, triunfó atestiguado por Jorge Gutiérrez y Curro Durán. Más contundente es el éxito del siguiente 1 de junio, en el mismo coliseo, al serle otorgada una oreja de una res de la vacada de Alonso Moreno de la Cova y una más de otra de Bernardino Giménez. Ángel Teruel y Armillita Chico contemplaron la salida en hombros de su compañero por la puerta grande de la plaza de Las Ventas. Estas resonantes actuaciones le hicieron ganar los trofeos donados por la Casa de Córdoba en Madrid, el Mayte y el de Peña El 7 destinados al triunfador de la feria isidril. Vuelve al coso venteño el 9 de junio, para tomar parte en la prestigiosa Corrida de Beneficencia para competir mano a mano con Luis Francisco Esplá en la lidia de cinco toros de Dairo Chica y uno de Antonio Ordóñez, y aunque tan solo le conceden una oreja, es sacado en hombros, nuevamente, por la puerta grande, con lo que se rompe toda una tradición madrileña. El torero está en plena forma y los trofeos llegan a sus manos con inusitada frecuencia. Entre ellos señalemos los alcanzados el 19 de julio en Mont-de-Marsan (Francia), con cuatro orejas de bureles de La Quinta; el del 4 de agosto en Dax, también en Francia, con tres orejas de ejemplares de Torrestrella; el del día posterior en Bayona, sin salir del país vecino, con dos de una res de Alonso Moreno (en su primer oponente escuchó en aviso de la presidencia); el del 30 de agosto, en Linares, con las cuatro orejas de astados de Garzón y Santiago Martín; el del 11 de octubre en Zaragoza, donde tras obtener tres orejas cuando alternaba con Teruel y Manzanares en la lidia de tres pupilos de los hermanos Sampedro y otros tres de Palomo Linares le fue concedido el trofeo Montes Blancos dedicado al triunfador de la Feria del Pilar. No debe ser ocultado que el anterior 25 de septiembre fue abroncado en el coliseo romano de Nimes al no acoplarse con toros de los hierros de Jandilla y de Diego Puerta en una desventurada tarde en que, además, se cortó con el estoque un tendón de la mano derecha.

Sumó 59 ajustes en esta magnífica campaña de 1983 y marcha, según su costumbre, a tierras de ultramar donde cumpliría compromisos en Perú y Colombia. Destacando su labor el 8 de enero de 1984 en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, en la que cortó una oreja de cada uno de los astados de la ganadería de Rocha que formaron su lote, con José Cáceres y Palomo Linares de complemento del cartel. Tal actuación le valió los trofeos al triunfador de la feria y a la mejor faena que estaban en disputa. En el mismo país y en el coso de Medellín le entregan las dos orejas de una res de la vacada de Ernesto Gutiérrez, el 29 del mismo mes, en presencia de Cáceres y de Francisco Ojeda. Sus mejores tardes en el viejo continente durante este año de 1984 comenzarían en el mes de julio, en cuyo día 5 torearía la ya tradicional corrida de Asprona en Albacete, junto a Dámaso González y Niño de la Capea, y ante todo la afición española que contempló las incidencias del festejo televisado en directo, se llevó tres orejas de ganado de la divisa de Samuel Flores.

El inmediato día 11 le entregan en Pamplona una oreja de cada uno de los ejemplares del hierro de Fermín Bohórquez que le tocaron en suerte, y el posterior día 23, en Santander, ganaría las cuatro orejas y un rabo de los bureles de Francisco Galache que le correspondieron. Por el contrario, el 8 de agosto, en la feria vitoriana de La Blanca, escucha dos avisos presidenciales y es despedido de la plaza con una sonora bronca y lluvia de almohadillas. Se corrieron en tal fecha toros de la ganadería de Martínez Benavides y presenciaron el descalabro Manzanares y Curro Durán. Pronto se saca la espina al cortar, el posterior día 14 en Dax (Francia), las cuatro orejas de pupilos de la divisa de Manuel Camacho que le fueron asignados, así como el 10 de septiembre, en Ciempozuelos, tres apéndices auditivos y un rabo de toros del hierro de Martín Peñato. El 26 de agosto presencia en Pozoblanco la corrida mortal que le infiere Avispado a Francisco Rivera, Paquirri, y habría de dar muerte al mencionado ejemplar, de la divisa de Sayalero y Bandrés, y sobreponiéndose a la emoción de aquellos momentos, cortarle las dos orejas, al igual que hiciera con los dos astados de su lote. Cierra los triunfos sonados de aquella temporada de 1984, en la que participó en 65 corridas, en la feria zaragozana: el 12 de octubre le otorgan tres orejas de cornúpetas de la vacada de José Luis Marca. Una vez más torea en la invernada en ruedos de Colombia y Ecuador, y en el de Manizales, el 11 de enero de 1985, le otorgaron las dos orejas de un astado de Ernesto Gutiérrez. Posiblemente la tarde más redonda de esta campaña fuera la del 13 de agosto en Dax, plaza en que, como en otras galas, siempre gozó de merecido prestigio. En tal coyuntura le concedieron tres orejas de reses de Joaquín Buendía. Y llega la trágica fecha del 30 de agosto en Colmenar Viejo, día en el que no tenía contrato y que, finalmente le llegó al caerse del cartel Curro Romero. El programa anunciado, tras dicho cambio, que Antonio Chenel, Antoñete, José Luis Palomar y José Cubero, Yiyo, darían muerte a seis toros de la ganadería de Marcos Núñez. La corrida se deslizó con plena normalidad hasta que el sexto astado, Burlero de nombre, de pelaje berrendo en negro, saliera de los chiqueros. En su faena de muleta, Yiyo llevó a cabo una magistral labor, de la que el solvente crítico José Antonio del Moral dijo que fue la más completa de las múltiples que le había visto realizar, y que culminó con una gran estocada de la que moriría el morlaco, no antes de que corneara certeramente al espada en el costado izquierdo, produciéndole una profunda herida que llegaba al corazón. El óbito fue prácticamente instantáneo, sin que de nada valiera la intervención médica inmediata. La impresión causada por el trágico fin sobrepasó, con creces, los limites de la afición taurina, para hacerse unánime en todos los sectores sociales, al contemplar en nítidas imágenes televisadas el terrible suceso. El joven ídolo había caído para siempre en la arena de un coso pueblerino. Su cadáver fue conducido al domicilio familiar de la madrileña barriada de Canillejas, donde fue amortajado con un traje burdeos y negro azabache, que había estrenado en la última Feria de San Isidro. Ante la multitud que deseaba testimoniar su pésame, hubo de ser trasladado a la cercana parroquia de Nuestra Señora del Camino, donde quedó instalada la capilla ardiente y por la que desfiló numerosísima legión de amigos y admiradores. El acto del sepelio, celebrado la tarde siguiente, constituyó un impresionante y multitudinario espectáculo, que culminó en la vuelta al ruedo de la plaza de Las Ventas, en la que triunfara en horas pretéritas. Sobre hombres de personas que le quisieron, recorrió dentro de su féretro, lentamente, el albero dorado, con salida por la puerta grande de la plaza entre rotundas ovaciones y gritos de <<torero, torero>>. Por tratarse de un diestro de buena técnica, muy seguro en su quehacer y, en consecuencia, poco castigado por los toros, causó más impresión su desventura. Su breve paso por los ruedos dejó muy grata impresión en los públicos que admiraban las magníficas condiciones, de todo orden, que adornaban su ligera figura. Es necesario subrayar su pundonor torero, que le impedía rehuir las plazas de categoría y responsabilidad, así como el no poner impedimentos a enfrentarse a ganado de las divisas de mayor compromiso. Se piensa, y con razón, que con el paso del tiempo estaba destinado a ocupar una primerísima posición entre los matadores de toros de su época. Apoya esta creencia el buen lugar que ya había conseguido a sus veintiún años de edad. Nunca se hará viejo en nuestro recuerdo, en el que permanecerá para siempre con su cara aniñada de sutil sonrisa triste, como si de un augurio se tratara. Puede decirse, como en el título de la obra que le dedicó su gran amigo y magnífico periodista Antonio Domínguez Olano: <<Adiós príncipe, adiós>>.

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