Es de Valladolid, donde vino al mundo el 2 de julio de 1907; se presentó en Madrid como novillero el 5 de igual mes de 1930, en una novillada nocturna, y después, con más pretensiones, el 11 de agosto de 1932, para matar reses de don Argimiro Pérez con el Niño de la Puerta Real y Toreri.

Bien puede decirse, pues, que Domínguez entró en categoría superior por la puerta grande, lo cual equivalía al reconocimiento tácito de sus méritos. Indudablemente, se trataba de un <<as>> de la novillería.
El 16 de mayo siguiente vio confirmada su alternativa en Madrid, a cederle Marcial Lalanda –en presencia de dicho Ortega— un toro de Coquilla.
En dicha temporada toreó Domínguez 38 corridas, que bajaron a 24 en la siguiente, y sumó 26 en 1935; queremos suponer que la guerra de 1936-1939 le perjudicara; le perjudicó, sin duda; pero él, con todo y haber sido un notable torero, le echó demasiada seriedad al cargo y no estuvo sobrado de ánimos al matar. ¡Daba cada estocada baja!…
Quede constancia de que reconocimos su arte<, sus triunfos en Madrid y Valencia sobre todo, en el año 1932, parecían promesa de fruto seguro y exquisito; mas no fue todo lo consecuente que debía, y como sus flaquezas al entrar <<por uvas>> no se podían ocultar, quedaron chasqueados los que le concedieron amplio crédito. Hoy triunfaría con mucha mayor facilidad, porque lo de la <<debilidad>> con la espada no se toma en cuenta.
Se retiró en 1942, pero volvió en 1944 para torear siete corridas… Total: que en pocos años, sus actividades se convirtieron en ceros, matemáticas de la realidad que la vanidad del hombre desconoce obstinadamente.
0 comentarios