Se le designó y se le anunció siempre con el segundo apellido y nada tuvo que ver con él un matador de siglo actual –víctima del toreo– que ostentó el Gavira como apodo.

Pero al comenzar la temporada de 1896 volvió a ser novillero, y en esta segunda etapa estuvo reputado como el primero de los de su categoría, hasta tal punto, que muchos le auguraban grandes triunfos en cuanto tomase otra vez la alternativa.


En beneficio de la familia de Gavira se dieron dos corridas. La de Madrid, con Valenciano, Félix Velasco y Bonifa y toros de Palha y la de Barcelona con Costillares, Rolo y Pulguita y toros de D. Máximo Hernán. De la primera no tenemos el dato, la segunda, descontados los gastos, con un ingreso en taquilla de 10.653,50 pesetas, arrojó el rácano beneficio de 222,19 pesetas, que allí pasó gastos hasta el apuntador, como sigue siendo habitual en nuestros días.
Tras celebrarse el juicio, el día 7 de abril de 1899, un jurado dictó sentencia condenatoria contra D. Luis Blanco en la que se apreciaron las circunstancias atenuantes de arrebato y obcecación y la de no haber tenido la intención de provocar un mal tan grande, imponiéndole la sala al procesado la pena de ocho años y un día de reclusión mayor con las accesorias de las costas e indemnización de 5.000 pesetas a la familia del infortunado Gavira.
Y esta es la historia taurómaca del primer torero que tomó la alternativa en Murcia, Francisco Piñero Gavira, lo que empezó de manera gozosa, termino de manera trágica, por culpa de una infidelidad.
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