HISTORIA DEL TORERO

Rafael Gómez Ortega (El Gallo)

Publicado el 31 de diciembre de 2021
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Torero extraordinario, torero enigmático y torero de leyenda. Nació en Madrid el 17 de julio de 1882; murió en Sevilla el 25 de mayo de 1960. Hasta el año 1912 se apodó Gallito, y luego suprimió el diminutivo y mantuvo el alias de su padre, Fernando Gómez García (el Gallo). Torero, como éste, aunque nacido en Madrid se le consideró como sevillano, por haber residido siempre en la capital de Andalucía y ser de allí toda su estirpe.

Empezó a torear como becerrista, fue novillero tres o cuatro años y tomó la alternativa en dicha ciudad de Sevilla, de manos de Emilio Bombita, el 28 de septiembre de 1902, con el otro Bombita (Ricardo) de testigo y toros de Otaolaurruchi, ascenso que le confirmó Lagartijo-chico en Madrid el 20 de marzo de 1904 estoqueando mano a mano seis toros de Veragua.

Sus notorias desigualdades hicieron que en los primeros años de matador de toros no consiguiera afirmar su prestigio, y aun logrado éste, se le tuvo siempre fuera de toda comparación, tanto por la pobreza de sus facultades físicas, como por las abdicaciones de su amor propio y su especial manera de ser. Fue, por antonomasia, el artista; del toreo; acertó a imprimir a sus grandes faenas una gracia, una suavidad, un ritmo, una iniciativa individual y privativa y una inspiración, que ningún otro torero supo producir tan intensas emociones estéticas como él; a veces, repentizaba con la capa y la muleta suertes nuevas del mejor gusto, hijas de su fantasía creadora, y tan pronto se le veía huir de un toro de poco respeto como se estrechaba con uno grande y de pavorosas defensas. Se despidió en el año 1918; pero reapareció poco después. Desde 1922 hizo largas ausencias en América, aunque sin dejar de torear en España algunos años, y la última vez que vistió el traje de luces fue en Barcelona, el 4 de octubre de 1936. Tanto por sus genialidades como por su carácter apacible, disfrutó de grandes simpatías.

Mientras fue matador de toros, excluyendo sus actuaciones en América –donde hizo a veces largas temporadas– toreó entre España, Portugal y Francia 774 corridas y dio muerte a 1.875 toros, y sus percances más graves fueron: el 7 de diciembre de 1902 en Méjico y el 14 de junio de 1914 en Algeciras.

Jamás hubo torero alguno que a él se pareciese, y los muchos partidarios que tuvo quisieron hacer de él un rival de Ricardo Bombita, sin tener en cuenta que nunca fue Rafael un torero de lucha.


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