¡Qué distantes ya aquellos días del año 1924! Y eso que la rapidez con que vuela el tiempo nos lleva a presumir que fue ayer cuando Martín Agüero tomó la alternativa. Fue este Martín un estoqueador bilbaíno que daba la sensación de que los toros no tenían hueso, pues casi todos los que caían en sus manos rodaban de unas estocadas hasta la badana que producían asombro. Nació en la capital de Vizcaya el 3 de febrero de 1902; fue aprendiz de chapista de automóviles; sus primeros pasos toreros los dio en su tierra, Rioja y Aragón, y cuando, novillero ya, se presentó en Madrid era el 24 de julio de 1923, en cuya ocasión mató reses de los Herederos de Hernández con Pepe Belmonte y José Paradas. Se puso en seguida a la cabeza de los novilleros, y el 31 de agosto de 1924 le dio Chicuelo la alternativa en Málaga con toros de Pablo Romero y Fuentes Bejarano de testigo, grado que le confirmó Nacional en Madrid el 7 de junio del año siguiente con toros de don Antonio Pérez y Gitanillo de segundo espada.
Se abrió paso sin tropiezos; en 1926 llegó a sumar 50 corridas y en 1927 alcanzó 52, y en uno y otro año en Madrid el galardón de la oreja de oro en las corridas de la Asociación de la Prensa. El día 20 de mayo de 1928 le hirió en Madrid un toro de Hernández y el 5 de agosto uno de Clairac en Bayona; ya no recuperó el puesto perdido, pues en el percance de Madrid una de las lesiones fue en el pie izquierdo y a consecuencia de ella sufrió varias operaciones, hasta quedar inútil para ejercer la profesión. Es más: tan largo proceso tuvo aquello, que al cabo de los años, el 12 de agosto de 1949, le fue amputada la pierna. La última corrida que toreó fue en Logroño, el 21 de septiembre de 1930.
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