Vio la luz en Coria del Río (Sevilla) el 28 de enero de 1856; luego de rodar por las capeas y banderillear por los pueblos, se acomodó en la cuadrilla de Fernando el Gallo, y con él fue a La Habana en 1877, donde estoqueó algunos toros.

Aquel doctorado de Sevilla fue confirmado en la plaza madrileña –-Currito, el Gallo y Cuatro-dedos y toros de doña Teresa Núñez de Prado– el 6 de mayo de 1883, pero sin cesión de avíos, pues Currito consideró que, como ya se los había cedido en Sevilla, no tenía por qué hacerlo en Madrid, conducta que originó protestas del público y de la prensa.
Dos excursiones a Montevideo le hicieron cobrar afición de navegante; al terminar la temporada de 1886 marchó a Méjico, y tan bien se aclimató allí, que ya no volvió a torear en España.
Y en Méjico murió el 6 de febrero de 1918.
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