Matador de toros, natural del estado de Yucatán (México). Nació el 24 de enero, del año 1932, El 4 de octubre de 1959 no estuvo afortunado en la plaza El Toreo de la capital de su país al estoquear reses de Zotoluca ante Felipe Rosas y Antonio Canales. El siguiente 13 de diciembre intervino, con ganado de Rancho Seco, en la corrida concurso para adjudicar el trofeo Guadalupano que ganaría Jorge Carrillo, Chivalillo. Recibió la alternativa el 27 de marzo de 1960 en la plaza de la Mérida azteca de manos de Joselito Huertas, quien le cedió la muerte de un toro de José Ortiz en presencia de Antonio del Olivar. Su labor en el astado de la ceremonia fue ovacionada en la vuelta al ruedo que hubo de dar tras darle muerte. El 7 de agosto posterior resultó herido, de pronóstico reservado, por una res de Valle Hermanos en la plaza de Monterroy. Torea la siguiente campaña tan solo cinco corridas de toros, por lo que no tarda en renunciar ala alternativa y reingresar en las filas de los novilleros. El 15 de julio de 1962 es herido, en la capital, por un cornúpeta de Rancho Seco. La siguiente campaña actúa repetidamente en el Limeño coso de Acho. El 1 de mayo gusta su trabajo, premiado con una vuelta al ruedo en cada uno de sus novillos del hierro de Chuquizongo y el 1 de septiembre participa en la corrida de la Oreja de Plata celebrada en el mismo ruedo peruano, y es ovacionado su quehacer con capote y banderillas, sin que acierte con muleta y estoque. El ganado perteneció a la vacada de Queto y el diestro ganador fue el español Jeronimo Pimentel. Álvaro Cámara, por lo que han pasado 89 años de que vio la luz primera uno de los toreros más importantes que ha dado el estado de Yucatán, efeméride que hoy recordamos en este espacio a través de un pequeño texto en el que presentamos algunos datos de su biografía. Ya retirado de los ruedos muere en la ciudad de Mérida, Yucatán, el 18 de enero de 2001, tras una enfermedad que lo aquejó por varios meses. Don Álvaro Cámara siempre será recordado por los taurinos de la Península de Yucatán, como un valiente de los ruedos y gran ser humano.
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