Usurpa el apodo que se ha puesto, pues ya lo llevaron antes que él un matador de toros y un picador. Es de San Martín de Yeltes (Salamanca), donde nació el 10 de febrero de 1944, y se presentó como novillero en la plaza de Madrid el 18 de junio de 1967, alternando con el Norteño y Capillé. Atacado del mal de la alternativa, tomó ésta en dicho circo madrileño de las Ventas el 20 de junio de 1969 de manos de Andrés Hernando, al cederle éste el toro Vergonzoso, de don Emilio Arroyo, en una corrida de la que fue segundo matador Pedro Benjumea. Además tomó parte en ella el rejoneador Lupi.
En esta primera temporada de matador de toros no pudo despachar más que siete corridas a causa de la gravísima cornada que en la repetida plaza de Madrid sufrió el día 17 de agosto. Que no deje huella en su ánimo dicho percance. En pleno lanzamiento, con apenas un mes de doctorado (20 de julio de 1969) sufrió una cornada brutal en el cuello (17 de agosto), que casi le cuesta la vida y que marcó su prematuro adiós a los ruedos. “Le ocurrió muy pronto, iba con buenas condiciones”, puntualiza El Viti, antes de puntualizar el mérito de reponerse de lo que pudo haber sido un trance fatal: “La vida a veces pega fuerte y qué duda cabe que a Chanito le castigó muy duro. No todo el mundo está preparado para superar un trance así y más cuando te llega tan pronto…”, recuerda El Viti. Del percance reapareció un mes después en La Glorieta: 21 de septiembre, con toros de Sánchez y Sánchez que estoqueó con Pallarés, Falcón y el rejoneador Ángel Peralta. Chanito dio una vuelta al ruedo. Toreó sin corbatín, con el cuello lleno de gasas y algodones y la camisa desabrochada. No había quién parara la efervescencia de aquel bravo torero. Falleció el 24 de agosto de 2016. Se fue en silencio, casi en el anonimato, con su modestia a cuestas y el injusto olvido.
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