Julián Casas nació en Béjar (Salamanca) el 16 de febrero de 1816; su padre fue oficial del Ejército y su madre era dueña de una fábrica de paños; el ambiente en que se crio no era el más propio para que germinaran en él las aficiones taurinas; muerto el autor de sus días, quiso la que le dio el ser que se hiciera médico; pero al fallecer dicha señora tiró los libros y se lanzó a la vida azarosa del toreo, valido de la protección dispensada por el ganadero don Joaquín Mazpule y el empresario de Madrid don Antonio Palacios. Tras sus intervenciones como banderillero, empezó a trabajar en la plaza madrileña, en concepto de media-espada, en el año 1844, y aunque alternó por primera vez en dicho ruedo como matador el 28 de diciembre de 1845 –en la misma corrida que lo hizo Pedro Párraga–, no se consideró como matador de toros hasta el 5 de julio de 1846, al alternar con Noteveas, sin que en ninguna de ambas ocasiones hubiera cesión de trastos. Hombre de aventajada talla y buena figura, hizo alardes de majeza en sus buenos tiempos; le unía estrecha amistad con Cúchares, diestro que le procuró bastantes contratos en las plazas andaluzas; trabajó en la de Madrid con relativa asiduidad; pero no pasó de ser un matador de segunda fila. En el año 1870 hizo un viaje a Perú y al regresar se retiró a su tierra, donde se hizo ganadero de reses bravas. Retirado vivía cuando en el mes de enero de 1878, al contraer matrimonio el rey Alfonso XII con su prima doña Mercedes de Orleáns y organizarse dos grandes corridas de toros en Madrid, se prestó a tomar parte en ellas, y, en efecto, toreó, aunque ya contaba más de sesenta años, pero solamente en la primera, efectuada el día 25, en la que dio muerte a un toro de don Justo Hernández. Falleció en Salamanca el 13 de agosto de 1882.