HISTORIA DEL TORERO

José Gárate Hernández (Limeño)

Publicado el 5 de enero de 2022
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Matador de toros nacido  en Sevilla el 19 de marzo de 1895. Era hijo del banderillero Enrique Gárate, Limeño, y desde muy niño apuntó en él la vocación taurina. Su historia de becerrista y novilleros va unida indisolublemente a la de Joselito El Gallo, con quien alterna en la famosa cuadrilla de niños sevillanos desde su formación en 1908. Tal compañía más le perjudicó que hizo favor, pues si es verdad que le dio ocasión de torear más y en mejores condiciones que lo hubiera hecho solo, también es cierto que Gallito, con más partido y mejor éxito en todas partes, dejó en segundo término su figura. Cuando Joselito fue cogido en Bilbao el 1 de septiembre, hubo de matar los seis toros de la corrida, y desde entonces comenzó a torear suelto como novillero y renunció a tomar la alternativa aquel año de 1912, como proyectara. Contribuyó a ello y a disminuir su decisión las muchas veces que le tropezaban los toros, aunque hasta entonces sin consecuencias graves. En 1914 comienza como novillero el 23 de febrero, en Valencia, y torea 21 novilladas hasta el 20 de julio. El 24, y en Valencia, toma la alternativa de manos de Rafael El Gallo, con el toro Bucarelo, Joselito. Tuvo una tarde muy lucida, sin llegar a grandes extremos. Torea en dicha temporada catorce corridas, y con buenos augurios para la temporada de 1914, en la que confirma tales auspicios. Está receloso y distanciado de los toros, y sin  duda influyen en ello ciertas condiciones de su carácter apático y como abandonado a lo fatal, que es característico asimismo de su vida y trato particulares. El 4 de octubre, en su última corrida contratada, confirma la alternativa en Madrid, de manos de Rafael El Gallo y con toros de Peláez y Tovar. Estuvo desconfiado y mató mal. La temporada de 1915 torea 12 corridas de toros, y no  logra dar una nota de verdadero relieve artístico, y si varias de desorientación y desastre. El escaso rendimiento artístico de esta temporada hace sentirse en la siguiente (1916), en la que tan solo torea tres corridas. Es cierto que su salud era precaria e influía en su apatía y desgana. Las siguientes temporadas parece querer sacudir su desánimo, y torea dieciséis corridas, y en la de 1918 da un estirón artístico y logra torear trece corridas, algunas, como las despedidas del Gallo en Madrid y Barcelona, con franco buen éxito. Los años 1919 y 1920 torea once y trece corridas, respectivamente, en el mismo tono gris. Menos halagüeña se le presentaba la temporada de 1921, en que tan solo llevaba lidiadas cuatro corridas de toros, cuando fallece, el día 3 de septiembre, a consecuencia de una angina de pecho. Contaba veintiséis años. Faltó a Limeño verdadero temperamento de luchador y entusiasmo por la profesión. En su época de novillero parecía apocado por la sombra enorme de su compañero de cuadrilla. Ya matador de toros, daba la sensación de cumplir sus compromisos taurinos a la fuerza y sin estímulo. Estas cualidades de orden personal malograron las muy relevantes taurinas que poseía, que, así como su conocimiento de la lidia, nadie pudo con justicia negarle. Su bondad tímida y su simpatía melancólica dejaron un recuerdo de afecto en cuando le tratamos.

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