Le apodaron así por haber resultado ileso al ser arrollado por un tren, cerca de Valladolid, cuando iba de capeas; nació en Sestao (Vizcaya) el 19 de febrero de 1895. Diestro este a quien por sus frecuentes contradicciones, igual como torero que como estoqueador, no sabemos en qué casilla colocar. Realizó faenas con la muleta que, por lo vigorosas y artísticas, fueron dignas de una primera figura del toreo; y tuvo a veces con la espada abdicaciones desconcertantes, a pesar de estar considerado, con justo motivo, como uno de los mejores ejecutantes de la suerte suprema. El 2 de agosto de 1914 toreó por primera vez en Madrid, matando con Algabeño II y Ale Ganado de Olea; estuvo en la primera fila de los matadores de novillos en los años 1915 y 1916, y el 17 de septiembre de este último recibió la alternativa en el coso madrileño de manos de Rafael el Gallo, con Celita de testigo y toros de Benjumea. El de la cesión llevaba el nombre de Podenco, aunque hay revistas que le dan el de Podenquero. Por cierto que el neófito estuvo muy bien con él. Toreaba de treinta corridas para arriba (en 1918 sumó 51); pero nunca sabía uno a qué carta quedarse. En sus desigualdades debió de influir mucho su estado psíquico, pues en algunas ocasiones dio muestras de que su cabeza no andaba bien; durante la guerra de 1936-39 fue a dar en el Perú, y allí falleció el 10 de mayo del año 1940, a cuya muerte precedieron graves trastornos cerebrales. Siempre que se hable de él debe recordarse que el 23 de enero de 1928 dio muerte en la Gran Vía de Madrid a un toro que se había desmandado al conducirlo al matadero, a cuyo suceso, además de ser comentadísimo, se le dio gran publicidad. Por esta hazaña le concedieron la Cruz de Beneficencia.
HISTORIA DEL TORERO
Diego Mazquiarán Torróntegui (Fortuna
Publicado el 6 de enero de 2022
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