
Matador de toros nacido en Madrid el 14 de febrero de 1962, hijo del espada del mismo nombre. Tras reiteradas pruebas en modestos festejos sin picadores celebradas preferentemente en el campo andaluz, se presenta en función con la presencia de plazas montadas, nada menos que en el ruedo de la Real Maestranza de Sevilla, el 24 de mayo de 1981, para enfrentarse, en unión de Antonio Ramón Jiménez y Roberto Bermejo, a un encierro de la divisa de Celestino Cuadri, dejando muy buena impresión en el público asistente. El posterior 8 de septiembre corta una oreja de la res que cerró el espectáculo en Utrera, cuando alternó con Curro Durán y Romero Flores en la lidia de astados del hierro de María Luisa Domínguez. Sumó en el año seis contratos, que no pasaron de la pareja en 1982 y ascendieron a 27 en 1983, en cuyo 23 de mayo debuta en el coso madrileño de Las Ventas para cortar una oreja de su primer enemigo, de la vacada de Vasconcelos, en presencia de Vicente Yesteras y Luis Miguel Campano. Completo el dato del toro de su alternativa, que se llamó Cartujo, tenía el número 23, era negro de pinta y pesó 541 kilos. Tres apéndices auditivos se lleva de Azpeitia el siguiente 30 de julio, de novillos de Matías Bernardos, ante Julián Maestro, aquella tarde su compañero de cartel. Vuelve a la siguiente feria madrileña e isidril el 16 de mayo de 1984, para apuntarse el mayor triunfo de su vida torera al lidiar primorosamente a dos ejemplares de la ganadería de Torrestrella con Público premio de dos vueltas al anillo, tras despenar a su primer oponente y cortar una oreja del restante de su lote. Presenciaron tal éxito Lucio Sandín y Julián Maestro, por entonces novilleros punteros. Es digno de dejar constancia que ante la calidad de su actuación, la popular hospedera Mayte añadió a su habitual relación de trofeos que llevan su nombre el destinado al novillero triunfador, que se le entregó en su versión primera. Cumplimentó este año de 1984 veintidós ajustes y, nuevamente en el serial madrileño de San isidro, el 29 de mayo de 1985, recibe la alternativa de manos de José Antonio Rodríguez, Campuzano, quien, en presencia de José Cubero, Yiyo, le cede la muerte de un toro de la divisa de José Matías Bernardos, con el que no logró lucirse, lo mismo que le ocurrió con el que cerró plaza, del hierro del conde de Mayalde. El saldo ganadero corrido aquella tarde estuvo formado por dos pupilos de Bernardos, otros dos de Aldeanueva, uno de Felipe Bartolomé y el mencionado de Mayalde. Y, contra todo pronóstico, el diestro no desea vestirse más de luces y, en consecuencia, ni torea más en el resto de aquella campaña, ni lo hace tampoco en 1986 y 1987. Considerando su juventud y posibilidades de nuevos triunfos, son legión los que suponen que tal decisión será transitoria y que se le podría admirar una vez más como en aquella tarde de mayo de 1984 en Madrid, cuando la categoría de su forma de interpretar el toreo quedó bien de Manifiesto.

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