Matador de novillos nacido en Granada el 8 de septiembre de 1921. Su padre poseía una fábrica de aprovechamiento de despojos animales. El ambiente taurino de Granada, agitado por los módicos éxitos de toreros locales, como Atarfeño y Perete, estimuló, sin duda, la afición de Calabuig y decidió su vocación torera. El 20 de junio de 1936 vestía por primera vez el traje de luces en su ciudad natal. La guerra suspende sus actividades taurinas, y salve en ella en el arma de aviación, llegando dentro de ella a grado en el que podía prometerse un porvenir seguro siguiendo en tal cuerpo. Pero todo lo sacrificó a su afición taurina. Comienza al acabar la guerra su calvario de pretendiente de torero. En 1940 torea alguna novillada sin caballos y sigue con su empeño los años siguientes. De no muy alta estatura, era novillero bullidor y francamente valiente, pero tales condiciones solas no bastaron para que lograra el triunfo que empeñadamente pretendía. El 15 de septiembre de 1946 logra torear en Barcelona, alternando con Antonio Caro y Juanito Bienvenida, y por entonces vuelven a repetirle, siendo la única plaza de verdadera importancia que tiene abierta. Pero su éxito no trascendía, asta el extremo de que al presentarse en Madrid en 1949 llevaba toreadas tan solo unas veinte novilladas sin caballos y media docena con ellos. El 20 de marzo de dicho año toreó su primera corrida de novillos en Madrid, alternando con Alejandro García y Octavio Martínez, Nacional, en la lidia de seis reses de don Arcadio Albarrán. Creo que es la única novillada que toreó en la plaza madrileña. Marchó a América más tarde, y así fue pasándose su tiempo y así fueron extinguiéndose las esperanzas de triunfo. Tenía valor y era muy alegre y movido en el ruedo. Introdujo la novedad de dar el salto de la garrocha, y creo que alguna vez le anunciaron en los carteles tal salto. La cogida más grave se la ocasionó un novillo de Cándido García, causándoles la fractura de un tobillo, lo que le retuvo sin torear más de un año. Fue el 7 de septiembre de 1947.