HISTORIA DEL TORERO

MANUEL JIMÉNES DÍAZ (Chicuelo II)

Publicado el 24 de febrero de 2022
Abel Murillo Adame logo

Matador de toros. Nacido en Iniesta (Cuenca) el 16 de junio de 1929, pero se crió en Albacete, donde fue dependiente en una ferretería y en cuya población dio sus primeros pasos como torero. Se presentó en Madrid como matador de novillos el 12 de julio de 1953, para matar reses de Frías con Cagancho (hijo) y Carlos Corpas, y desde aquel momento adquiere una fama de valiente que hace que le lluevan los contratos y perciba unos honorarios con los que nunca debió de soñar. Grandes dudas nos asaltan al disponernos a hablar de las cualidades toreras de este infortunado diestro, pues el fin trágico que tuvo pone freno a los reparos que se pueden hacer a sus maneras; más por algo se ha dicho que <<cuando duda el que habla, presunción da de verdad>>. El 24 de octubre del mismo año le dio Domingo Ortega la alternativa en Valencia, al cederle el toro Palomito, de doña Pilar Sánchez Cobaleda y figurando Dámaso Gómez como segundo espada. Y la confirmación en Madrid fue el 17 de mayo de 1954, actuando Jumillano y Pedrés de padrino y testigo, respectivamente.

Durante el año 1954 toreó 42 corridas; en 1955, 67; en 1956, 32; en 1957, 33, y al final de esta última temporada anunció su retirada de los ruedos. En efecto, no toreó en 1958, pero retificó en 1959 y reapareció el 3 de mayo en Valencia manteniendo la misma tónica en su manera de hacer. En algunos de los años mencionados no toreó más por impedírselo sus percances, de los cuales fueron los más graves los dos de 1957, el 21 de abril en Zaragoza y el 27 de septiembre en Abarán.

Fue un diestro que careció de arte y de dominio; los públicos se le entregaban al verle imperturbable ante el peligro; se entregaba a éste sin vacilaciones, como esclavo de un deber; pero los trompicones que sufría y la ausencia de gallardía y finura que se notaba en sus procedimientos quitaban calidad a cuanto ejecutaba. Hizo excursiones a varios países americanos, y en una de ellas encontró la muerte, que le salió al paso en un accidente de aviación el 21 de enero de 1960, volando sobre Jamaica, en cuya ocasión también perdió la vida el picador de su cuadrilla José Díaz Garamendi.

Terminemos diciendo que usó un apodo que no le pertenecía y que aunque hubiera tenido derecho de él no le aplicó el ordinal correspondiente.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

5 × 3 =