HISTORIA DEL TORERO

MANUEL BENÍTEZ PÉREZ (El Cordobés)

Publicado el 17 de marzo de 2022
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Vivimos unos tiempos en los que todo lo normal y lógico es rechazado por el común de las gentes; buscan éstas las locuras vertiginosas y la desbordada publicidad, lo que el reclamo les avisa, lo que es detonante, lo que sacude los nervios. Y si de la fiesta de los toros se trata, la impresión que lleva hecha el público a la plaza rinde a la reflexión, y esto, más que el sujeto, más que el torero mismo, es lo que motiva las controversias apasionadas e incluso crea las más extrañas complicidades. Alzarse contra el desafuero, contener el desmán y poner realidades donde imperan torpemente leyes caprichosas por multitudes enardecidas y fanatizadas, es algo superior a nuestras fuerzas. Los mitos son vehículos baratos para la circulación mental de las masas, y ya tenemos dicho en otra ocasión que los mitos se levantan para complacer instintos y para servir inteligencias.

Al hacer esta refrexiones sobre el Cordobés, no podemos negar que con lo mucho que ha toreado ha adquirido oficio; pero lo que hace correctamente no tiene más calidad que lo que hacen otros muchos toreros que no pasan de medianías.

En suma: su personalidad es evidente; pero sus atropelladas maneras son recusables.

Nació Manuel Benítez en Palma de Río (Córdoba) el 10 de diciembre de 1937; hizo su aprendizaje en los pueblos y en las dehesas, tras una infancia sin disciplina alguna, por ser huérfano de padre y madre; no toreó en Madrid como novillero, y cuando pisó dicha plaza por primera vez fue para confirmar su alternativa.

Le otorgó ésta en Córdoba Antonio Bienvenida el 25 de mayo de 1963, con astados de Samuel Hermanos y en presencia de José María Montilla, y la confirmación en Madrid se efectuó el 20 de igual mes de 1964, al cederle Pedréz un toro de Benítez Cubero actuando Palmeño de segundo matador.

Desde que tomó la alternativa ha toreado las siguientes corridas: 55 en 1963; 72 en 1964; 111 en 1965; 74 en 1966; 109 en 1967; 70 en 1968, y 64 en 1969. A las que hay que sumar las toreadas en América.

Divorciados en 1969 Palomo Linares y él de las grandes Empresas, formaron <<rancho aparte>> y actuaron como <<francotiradores>> en plazas de tercera categoría, cuando no de <<quita y pon>>; la verdad es que no vemeos claros los beneficios que pudieran obtener y la misma oscuridad rodea a cuanto con sus actuaciones pudo ganar el prestigio de la fiesta. Bastará decir que en Lérida, donde se exhibieron en una plaza portátil el día 11 de mayo, de las seis reses lidiadas fueron multadas cinco, y que en Tarragona, el 7 de septiembre, se lidió un toro sin picar debido a su escaso trapío. Si esto ocurrió en dos capitales de provincia, cómo serían los astados corridos en otros puntos.

Pero se hartaron de cortar orejas y rabos, y es que vivimos en una época en que la masa es el fenómeno de las multitudes desenfrenadas, su presencia en las plazas de toros es constante y la apelación a su imperio el santo y seña que hoy mueve el curso del espectáculo.

Reaparece en el año 2000 pero sólo llegar a participar en dos corridas vuelve a anunciar su retiro debido, según sus palabras, a que «con el toro actual no se puede, sencillamente no anda…», a pesar de esto regresa a los ruedos en diversas corridas y festivales.

En 2002 fue proclamado quinto «Califa del Toreo» por el Ayuntamiento de Córdoba, título compartido con Rafael Molina «Lagartijo»Rafael Guerra Bejarano «Guerrita»Rafael González «Machaquito» y Manuel Rodríguez «Manolete».

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