No era mal torero este hijo de Madrid; algo envarado en su manera de hacer; pero como ponía arte y estética en su estilo, se mantuvo algunos años en la segunda fila. Y hablamos en pretérito porque cuando escribimos esto se halla casi fuera de circulación. Nos alegraríamos de que resurgiera. Nació el 7 de junio de 1938 y se dio a conocer como novillero en la plaza de las Ventas el 24 de marzo de 1957, para matar con Manuel Blázquez y Juan Gálvez novillos de Rodríguez Santana. En aquel año sumó 41 funciones. Su situación era para echar cuentas galanas, ¿verdad? Digamos de paso que en aquella novillada de su presentación en Madrid no tuvo suerte; pero obtuvo un sonado triunfo al repetir su actuación el día 31 del mismo mes. Terminó aquella temporada bajo los mejores auspicios, por lo que se determinó a tomar la alternativa en dicha plaza de Madrid el 15 de mayo del siguiente año 1958, de manos de Rafael Ortega, con toros de don Fermín Bohórquez y actuando Antoñete de testigo, amén de rejonear Ángel Peralta a uno de los astados. El toro de la cesión llevaba por nombre Elegido. En aquel año toreó 33 corridas; 32 en 1959; 21 en 1960; 34 en 1961; 32 en1962; 30 eb !963… Mantenía un puesto muy ventajoso, pero no llegó a la raya. Y de tal manera fue descendiendo, que en 1968 toreó dos corridas solamente. Otros con menos bagaje artístico medran más. Luis Segura fue uno de los más grandes toreros de Madrid. El diestro de Usera tenía arte para dar y tomar. Algunos dijeron que era amanerado. Algunos, que se consagró tan sólo por un quite. Otros, que fue una moda pasajera. Luis Segura toreaba con arte, elegancia -tan madrileña-, pureza y verdad. Luis Segura toreaba con la finura clásica de los toreros de Madrid. Buenas maneras, que no amaneramiento. Por chicuelinas quitó como el mejor. Nunca fue, como envidiosos y frustrados han querido mostrarlo, una moda pasajera. Su forma de vida romántica le llevó lejos de aquí. A las Américas. Volvió Luis Segura, vencido, en 1974, con su mismo toreo clásico. Vuelta imposible que le costó la muerte en un infausto festival en el serrano Valdemorillo. Había regresado un torero olvidado, ajeno a las modas. Y un infarto cruel acabó con él. Luis Segura, el torero grande del barrio de Usera, abrió la puerta de Las Ventas un lejano mayo de 1959. Rafael Ortega, el torero de la isla de San Fernando, y Joaquín Bernadó, el noi de la rietera, le acompañaron en tarde memorable. Pasa la vida, pasan los años, calladamente se va la juventud. El toreo de Luis Segura queda.
HISTORIA DEL TORERO
LUIS SEGURA SUERO
Publicado el 8 de marzo de 2022
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