HISTORIA DEL TORERO

Ignacio Sánchez Mejía

Publicado el 8 de enero de 2022
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Hijo de un médico sevillano, nació en la capital de Andalucía el 6 de junio de 1891 y fue una recia personalidad, un carácter entero que le permitió ocupar un sitio destacadísimo en el toreo, un primer lugar entre los primeros espadas de su época. Y no por influencias de su cuñado Joselito, sino merced a su valor extraordinario, un valor que le llevaba a forzar la ejecución de las suertes, venciendo las dificultades con una sangre fría que daba la sensación de que se burlaba del peligro. Fue hombre curioso e inquieto en todas las esferas que invadió, hasta en la de las letras, pues dio a la escena algunas obras dramáticas. Su carrera taurina la empezó como banderillero, y se presentó en Madrid como matador de novillos el 7 de septiembre de 1913, acompañado de Larita y Magritas. Como resultó deslucido su intento, volvió a las banderillas e ingresó en la cuadrilla de José, que abandonó en agosto de 1918 para empuñar de nuevo el estoque; esta vez logró con su tesón lo que se proponía, y el repetido Joselito le dio la alternativa en Barcelona el 16 de marzo de 1919, al cederle el toro Buñolero, de don Vicente Martínez, en presencia de Juan Belmonte. Este doctorado se lo confirmó asimismo Joselito en Madrid el 5 de abril de 1920 con toros de la misma ganadería y actuando de testigos el referido Belmonte y Varelito. En tal año toreó 90 corridas y fue siempre el diestro que parecía complacerse con acumular cuantos peligros le sugería el valor para dar mayor emoción a cuanto ejecutaba. Hizo viajes a México, puso en sus actuaciones españolas algunas soluciones de continuidad, y acabó por retirarse en 1927. Había sufrido muchas cornadas, pero faltaba la última. Reapareció el 15 de julio de 1934 en Cádiz, y toreando el 11 de agosto en Manzanares (Ciudad Real) le cogió el toro Granadino, de Ayala, y le infirió una cornada en el muslo derecho en dirección ascendente, de la que murió dos días después en Madrid, adonde había sido trasladado. La verdad es que no dejó nada en el toreo, pero supo aparecer a los ojos de todos un hombre superior.

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