
Pocas víctimas ha tenido el toreo que tanto movieran la piedad de las almas como este diestro aragonés. Nació en Zaragoza el 11 de enero de 1893, de padres desconocidos, y fue depositado en el torno de la Inclusa; en el Hospicio zaragozano aprendió el oficio de Pintor; de sus escapatorias a las capeas de los pueblos resultó que se hizo torero y que todas las clases sociales zaragozanas sentían gran cariño por él y le alentaban con frases halagadoras. Formando pareja con Herrerín –otro diestro aragonés víctima de los toros– produjo en Zaragoza desbordadas pasiones, y juntos se presentaron en Madrid el 15 de agosto de 1913, con Saleri II y Petreño y toros de López Plata. Tan Frecuentes y de tal relieve fueron sus éxitos en los años 1914 y 1915, que se determinó a tomar la alternativa, la cual le fue otorgada por Joselito el Gallo en Madrid el 13 de abril de 1916, mediante cesión del toro Campanario, de Santa Coloma, y actuando como testigo Francisco Posada. Fue un torero fino y con personalidad muy atrayente que hubiera llegado a la meta si la fatalidad no hiciera presa en él; en aquel año contrató muchas corridas; pudo haber toreado más de sesenta; pero el 18 de septiembre, toreando en Morón, sufrió una cornada muy grave en el pecho, inferida por un toro de Urcola. No bien repuesto de ella, empezó la temporada de 1917, y actuando en Madrid el 22 de abril –con Bienvenida y Joselito–, el toro Coquinero, de Benjumea, le cogió y le produjo una herida mortal, en el pecho también, de la que falleció en la madrugada del día 24. Su cadáver fue trasladado a Zaragoza.





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