Matador de toros nacido en Sevilla, en el castizo barrio de Triana, el 15 de diciembre de 1919. Carece de abolengo taurino, pese al lugar de su nacimiento y a su vocación, y vistió por primera vez el traje de luces en una becerrada celebrada en La Coruña, cuando tan solo contaba doce años. El 23 de abril de 1939 se presentó como novillero en Sevilla, acompañado de Manuel Calderón y Luis Mata. Dio que hablar en aquella corrida muchísimo, y dados los gustos del público sevillano el balance de su labor resultaba tan favorable que contrapesaba el que le hubieran echado vivo un toro al corral. Su manera de torear, especialmente con el capote, impresionó de modo tan extraordinario que a aquella tarde, y algunas otras, debe popularidad entre los aficionados. En alguna novillada más en Sevilla confirmó esta impresión, pero fuera de la capital andaluza no tuvo esa suerte.
El 14 de septiembre de aquel mismo año se presentó en Madrid , para estoquear ganado de Sánchez Fabrés, con Morenito de Valencia y Manuel Martín Vázquez. No fue afortunada su presentación, pero conservaba su impulso inicial, y en 1940 llega a torear veinticuatro novilladas. Su apatía y su elegante indiferencia ante éxitos y fracasos hizo que fueran disminuyendo sus contratos, hasta quedar casi totalmente olvidado. En 1945 hace una excursión a México, y a su regreso nos sorprende a todos con su propósito, que cumple, de tomar la alternativa, lo que se verifica en la plaza de Sevilla el 21 de abril de 1946. Los toros fueron de Juan Belmonte; el diestro mexicano Calesero, que en tal corrida hacía su presentación en España, actuó como padrino, y Gallito de testigo. Fue la única corrida que toreó ese año, y una no más toreó en el siguiente. En 1948 se viste dos veces con el traje de luces, en 1950 ninguna, y dos también en 1951. Como retirado podía dársele desde que tomó la alternativa, pese a estas esporádicas apariciones en los ruedos. Más tarde había de volver a la profesión en calidad de banderillero, y en tal función cumple a satisfacción de sus jefes, que vienen siéndolo los mejores espadas de este tiempo. Su recuerdo perdura en la memoria de los aficionados, que le vieron en unas pocas corridas enunciar el canon del toreo de capa, resumen de dignidad y de gracia, de buen Técnica y de aliento personal, que Yoni practicó en media docena de ocasiones y que su indolencia hizo que no volviera a repetir. Ni los que le hemos tratado olvidaremos sus excelentes condiciones, de carácter, su alegría trianera cada vez más contenida por los años, su trato atento y correctísimo.
0 comentarios